Cómo mejorar el tránsito?

Por enésima vez se han dictado normas destinadas a mejorar el caótico tránsito que observamos en nuestro país. El nuevo Reglamento Nacional de Tránsito es tan extenso que necesitaría varias páginas para comentarlo. Pero me circunscribiré a lo más saltante. Las medidas dictadas son buenas y necesarias pero me pregunto: 
¿Se ha contemplado métodos adecuados para hacerlas cumplir? Dicen que el papel aguanta todo. Hace ya algún tiempo comenté lo útil que sería el empleo de la tecnología actual para que mediante el uso de cámaras de fotografía o video se detectaran, si no todas, algunas de las más comunes infracciones cometidas por negligentes automovilistas para registrarlas y eventualmente sancionarlas, recompensándose a quienes colaboran proporcionando las pruebas de esas faltas. Debemos comenzar por lo esencial. La Policía Nacional está realmente capacitada para ejercer eficientemente esta función? Los guardias que vemos en la calle vigilando el tránsito actúan con tal indiferencia ante simples pero importantes infracciones, como el paso de la luz roja, conducir contra el tránsito, no portar luces reglamentarias en la noche, estacionar en las veredas, etc. Eso si: se dispone de grúas atentas a retirar los vehículos mal estacionados. Es necesario controlar todas las infracciones. Muchas veces se realizan campañas para detectar vehículos cuyos conductores no tienen sus documentos en regla. También es lo correcto. Pero ¿cuánto duran estas campañas? Pasemos al tránsito interprovincial. ¿Cuántos accidentes de ómnibus han ocurrido este año y cúantas muertes se han producido? Los lamentables terremotos ocurridos en el sur del país no registran tantas defunciones como los percances que casi a diario se producen en nuestras carreteras. Hay negligencia de los propietarios de esos vehículos y una falta de control de las autoridades policiales que permiten que manejen choferes sin una previa evaluación de su estado fisico y mental, aparte de una severa revisión de los vehículos que sobrepasan las velocidades reglamentarias. Pero ¿acaso controlan a los choferes que circulan lentamente por el carril de la izquierda perjudicando a los automovilistas que desean pasarlos? Es de uso frecuente que cuando el tránsito está pesado utilicen el carril de la derecha, que es para uso de emergencia. La policía tampoco controla los vehículos que circulan de noche sin las luces reglamentarias. Lamentablemente la mayoría de ciudadanos se ha costumbrado a manejar como le viene en gana. En la ciudad los micros y combis se consideran los dueños de las pistas sin respeto alguno por el prójimo, tratando de ganar el paso a otros vehículos, pasando de derecha a izquierda cuantas veces se les ocurre. Y el claxon o bocinas estridentes son usados a discreción. Será posible aplicar las disposiciones que acaban de promulgarse mientras no se crea conciencia entre todos los individuos de que el derecho de uno termina donde comienza el de los demás. Se debe comenzar con la educación que se imparta en las escuelas añadiendo al curso de educación cívica los derechos y obligaciones de cada alumno. Tal vez la aplicación de multas deben complementarse con un internamiento de los choferes infractores en un centro especializado para enseñarles cómo se maneja en países más adelantados que el nuestro. Ningún reglamento de tránsito prosperará si no va acompañado de una educación adecuada que haga de la niñez de ahora personas mejor preparadas para conducir vehíiculos cuando sean adultos.


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